Tan
solitario
como
el blanco en mi memoria.
Tan ausente
como los textos perdidos,
escritos detrás de una hoja usada
que
se camufla en el tiempo.
Vacío
como
el espacio entre dos palabras
que puede convertir su hueca existencia
en un significado.
Con la presencia ausente
como el irónico momento en el que te miré a
los ojos
y todo careció de realidad y solidez.
De
pronto todo era tan insípido
y
sinsentido que no me importaba que fuera así.
Y
la luz.
La
luz con su monocromática
manera de cegarme los ojos
y hacerme creer que cambia su color
cuando solo era el otro lado de
un prisma cristalino...
Malintzin.
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