domingo, 5 de octubre de 2014

Construir y habitar hogares

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Julio Cortázar, Casa tomada.
Construir y habitar hogares
El tema de este ensayo es el espacio político. Entendiendo por espacio político todo espacio atravesado por el hombre, es decir, la relación de espacio y hombre. Sin embargo, centraré la atención en dos espacios en particular: la ciudad y la casa. Mi idea a exponer en el ensayo es que el hogar es el espacio político en el que habita el ser (que incluye al ser-hombre y a todos los otros seres); sin embargo, existe actualmente una escasez y destrucción masiva de hogares. De ahí que se haga más que necesario empezar a construir hogares que es, al mismo tiempo, saber-habitar-una-casa.
¿Qué es una casa y una ciudad? Ante todo, son espacios. Y no cualquier tipo de espacios, como no lo es ningún espacio, sino espacios en donde se juega una dialéctica entre lo público y lo privado. Pero, ¿qué es lo público y qué lo privado?, o, más importante, ¿podemos seguir hablando de lo público y lo privado? Foucault dice “el espacio contemporáneo tal vez no está todavía enteramente desacralizado […] Es verdad que ha habido una cierta desacralización teórica del espacio (aquella cuya señal es la obra de Galileo), pero tal vez no accedimos aún a una desacralización práctica del espacio”[1]. ¿Qué significa una sacralización práctica del espacio? Significa que “nuestra vida está controlada aún por un cierto número de oposiciones que no se pueden modificar, contra las cuales la institución y la práctica aún no se han atrevido a rozar: oposiciones que admitimos como dadas”[2]. Un ejemplo claro de una sacralización práctica es la oposición entre el espacio público y privado. El control o dominación de la vida y lo admitido como dado, me parece, son los principales riesgos de una falta de desacralización práctica del espacio.
            Un típico acontecimiento que tomamos como lo dado es, en términos de este escrito, la casa representando lo privado y la ciudad lo público. De ahí que las prácticas de la casa suelan separarse de las prácticas de la ciudad. Pero no sólo quedándose en una separación, sino en un choque, en conflicto. El conflicto entre estas dos prácticas espciales se ‘osifica’, es decir, en palabras de Félix Guattari “la vida conyugal y familiar se encuentra a menudo «osificada» por una especie de estandarización de los comportamientos, las relaciones de vecindad quedan generalmente reducidas a su más pobre expresión”[3]. La osificación es un nivel más elevado que lo dado, pues tales prácticas permiten la perpetuidad orgánica de la relación conflictiva y separada entre el espacio público y privado: se hace habitual, habitamos de ese modo y nos parece irremediable. Nuestro comportamiento estandarizado y la pobreza de las relaciones de vecindad son algunas de sus consecuencias. Aunque en lo irremediable se hace patente la aceptación de una relación entre ambos espacios, a pesar de ser una relación conflictiva. Si esa es nuestra práctica espacial, ¿qué sucede con nuestra teorización espacial? ¿Cuál es la configuración resultante entre estos dos modos (teórico y práctico) de trato con el espacio?, puesto que toda teorización es un trato cuya síntesis con la práctica se da en el habitar.
         Siguiendo con la primera pregunta, me parece equívoco pensar que la desacralización teórica sólo ha venido de la ciencia, como Foucault dice con Galileo. Pues existen otros logos que nos iluminan y obscurecen, simultáneamente, sobre la teorización de los espacios y su desacralización como la literatura. La literatura ha defendido otra idea de espacio frente al concepto de espacio geométrico-matemático construido por la ciencia. E incluso, en esa defensa de la literatura, el concepto de espacio de las ciencias ha sido re-construido de forma alter-nativa. Baste con tener en cuenta gran parte de la ciencia ficción donde los espacios, a pesar de ser pensados como geométricos-matemáticos, es decir, desde las ciencias en relación con la tecnología, no dejan de ser otros espacios en sentido de posibilidad de espacios construidos. El acontecimiento de la ficción entremezclada con la ciencia es un claro indicio de que el lenguaje, que trata de usar la ciencia, lo ha rebasado.
            Sin embargo, otra cosa igual de significativa es que la ciencia ficción no se restringe en pensar espacios más allá de las ciencias mismas. Sino que por el contrario, la ciencia ficción se tuvo que apropiar de lo político, lo social, en una palabra, de lo práctico de la vida. Ejemplo de esto son obras de tal género empeñadas en describir ciudades-futuras en las que ven críticamente el avance de las ciencias y tecnologías como un peligro. Las primeras palabras del Un mundo feliz de Aldous Huxley lo testimonia: “Un macizo edificio gris de sólo treinta y cuatro pisos. Sobre la entrada principal, las palabras: Centro de Incubación y Acondicionamiento de la Central de Londres, y en una tarjeta: Comunidad, Identidad, Estabilidad, la divisa del Estado Mundial”[4].
            No obstante, es de resaltar que para Huxley la ciudad, como transformación urbana, se extendió hasta los linderos de lo que él llama mundo. El mundo es una ciudad y la ciudad es un mundo. La otra gran sacralización teórica del espacio entre lo urbano y lo rural ya no tiene sentido aquí. Además, es claro que Huxley con el lema anterior en la tarjeta, en particular con la palabra estabilidad, da a entender un sistema de dominio o control sobre la vida (no solo humana). Con el Centro de Incubación resalta una institución y práctica no muy alejada de nuestros días. En términos de Foucault, se llama bio-política cuya una de sus principales causas es el tan acelerado avance de las ciencias y la tecnología. Un mundo feliz es la representación clara de un tecnocraticismo y mediatización práctica de la vida. Es, en muchos sentidos, un modelo de ciudad dado por la literatura.
La ciudad en estos días tiene como uno de sus modelos a Nueva York que, como Michel de Certeau dice, “nunca ha aprendido el arte de envejecer al conjugar todos los pasados. Su presente se reinventa, hora tras hora, en el acto de desechar lo adquirido y desafiar al porvenir”[5]. La historia es olvidada o al menos eso se pretende. Nueva York es la ciudad sin historia por la falta de un envejecimiento y pasado. ¿Cuál es la diferencia entre Nueva York (y cualquier ciudad homologa) y la ciudad futurista narrada en la ciencia ficción como en Un mundo feliz? Se piensa que las ciudades están determinadas por modelos, por ensueños de los hombres. Susan Buck-Morss, siguiendo a Walter Benjamin, postula una dicotomía de ensueños entre los grandes sistemas políticos y económicos antes del fin de la Guerra Fría. A saber, “en el Este la forma del ensueño era una utopía de la producción, mientras que en el Oeste se trataba de una utopía del consumo”[6]. Es decir, para ella los modelos de la ciudad eran dos y estaban constituidos por un sistema económico-político en torno al producir y consumir.
Ambos modelos conforman un modo de habitar (práctica y teóricamente) las ciudades y las casas y, en sintonía, es el surgimiento, en palabras de Guattari, del habitar mass-mediático de consumo-producción y del espacio-medio denominado como vivienda. Este modo de habitar la ciudad prevalece hasta ahora, pero configurada con distintas cosas que ya no dan soporte para pensar que la producción y el consumo son los modelos-ensueños del hombre que rigen las ciudades. No es que ya no se consuma o se produzca, sino que ya no es lo mismo que en un inicio. La ciudad misma ha reaccionado, ya no se puede habitar en ningún lado. Se dio el paso del hombre construyendo espacios al espacio construyendo hombres y más espacios. La idea de que la ciudad en sí misma sea modelo para habitar o modelo, en términos de Huxley, del mundo es absurda.  
            Sin embargo, el modo de habitar mass-mediático ha sido emparentado con el gran deterioro ambiental que ocurre. Pero, ¿podemos llamar en estos momentos a algo ambiente? El ambiente, en este habitar, es una alteridad del hombre. La escisión, también conflictiva, entre ambiente y hombre no es reciente y puede remontarse por lo menos desde la Modernidad. De hecho, se piensa que la culpa del deterioro ambiental es del hombre y este modo de habitar. El ambiente (eco u oikos) también es un hábitat, es decir, una casa. Félix Guattari, partiendo de eso, propone la emergencia de una eco-sofía, sin embargo con diferentes matices. En sus palabras:
Las formaciones políticas y las instancias ejecutivas se muestran totalmente incapaces de aprehender esta problemática en el conjunto de sus implicaciones. Aunque recientemente hayan iniciado una toma de conciencia parcial de los peligros más llamativos que amenazan el entorno natural de nuestras sociedades, en general se limitan a abordar el campo de la contaminación industrial, pero exclusivamente desde una perspectiva tecnocrática, cuando en realidad sólo una articulación ético-política –que yo llamo ecosofía– entre los tres registros ecológicos, el del medio ambiente, el de las relaciones sociales y el de la subjetividad humana, sería susceptible de clarificar convenientemente estas cuestiones.[7]
Guattari no piensa que la contaminación industrial desde un tecnocraticismo sea el meollo del asunto. Por eso propone una eco-sofía en la que se despliegan tres modos de eco-logía: 1) la ecología ambiental, 2) la ecología social y 3) la ecología psicológica. Cada una de ella es atravesada y atraviesa a la otra. Signo que refleja que el problema de la contaminación ambiental es un problema que no incumbe sólo al ambiente mismo, como muchos piensan, sino también a la sociedad y a la subjetividad.
            No obstante, de la postura de Guattari sólo quisiera re-tomar su proyecto de una eco-sofía: de saber-habitar-una-casa. Su proyecto no está muy retirado del de Heidegger. Cuando Heidegger sentencia que “por muy dura y amarga, por muy embarazosa y amenazadora que sea la carestía de viviendas, la autentica penuria del habitar […] descansa en el hecho de que los mortales primero tienen que buscar la esencia del habitar, de que tienen que aprender primero a habitar”[8]. Para Heidegger la balanza debe ser inclinada primero a un saber habitar antes de construir casas, pero casas entendidas como viviendas. Ya que saber habitar es simultáneamente construir hogares. Las casas tienen dos modos de ser: hogares y viviendas.
            Antes de pasar a explicar que quise decir con esto, quisiera retomar lo dicho por Foucault. Foucault afirmaba que la vida práctica estaba dominada por la oposición entre espacio público y privado. Pero, ¿qué domina a quién? o, mejor dicho, ¿quién domina a quién? En Casa tomada de Julio Cortázar sucede un acontecimiento insólito: la casa expulsa a sus residentes. El espacio se ha autonomizado. Y su ser reclama una venganza al reusarse a ser habitado. ¿Cómo es que ha surgido esto?, ¿quién la ha tomado? Pues la casa misma, la casa tiene vida y llega a tenerla gracias a un proceso parecido al del monstruo Frankenstein. Así como el Dr. Frankenstein dio vida a lo inerte, a lo inanimado, el hombre ha tomado la misma batuta: construye casas que tienen vida. Y así como Frankenstein se revela contra su creador, la casa también. ¿Por qué se ha opuesto la casa al hombre, cómo sucedió que la casa nos empujara hacia afuera?, ¿cuándo estuvimos realmente adentro?
             “A veces llegamos a creer que ella –la casa– no nos dejó casarnos”[9] dijo el hermano de Irene. Y digo “hermano de”, porque el personaje vive y no vive en el anonimato. ¿Cuál es la razón de su presente ausencia? Pues el rebasamiento de lo otro: la casa y los demás. El personaje dice “pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia”[10]. El problema es que la casa era esencialmente más importante que el hombre mismo, que su dueño. Porque cada casa tiene un dueño que, no obstante, olvida habitar la casa. La casa es sólo un medio para vivir: el hombre la domina, pero ¿qué pasa cuándo la dialéctica da la vuelta y la casa es la que domina al hombre? Pues la casa queda tomada, busca su independencia. Cuando un espacio se autonomiza cualquier cosa puede pasar. Ya no es, como decía Henry Lefebvre, que “el espacio deviene cada vez más un espacio instrumental[11], sino el espacio deviene cada vez más hombre instrumental.
            Manifestaciones de lo anterior son las pugnas y guerras por ocupar y ser propietario de un espacio. ¿Cuántas guerras no han sido ocasionadas por ocupar-tener un espacio?,  ¿cómo llegamos al punto de decir: nos falta espacio? La pugna entre las prácticas de la casa y las prácticas de la ciudad rozan este asunto. La pugna entre propiedad espacial privada y pública ya no nos dice mucho. Puesto que no habitamos en casas, ni siquiera en ciudades, habitamos casas-medio y ciudades-medio. Una concepción distinta a la instrumentalización es extraña. Paradójicamente vivir en una casa y en una ciudad es lo otro, lo extraño. Hemos llegado al punto de “la creación de un sujeto universal y anónimo que es la ciudad misma”[12]: el Leviatán de Hobbes que ya no nos pertenece, pero seguimos perteneciéndole. No sólo la casa puede expulsarnos, en realidad, cualquier espacio. La ciudad tiene residuos de la idea de Estado moderno, es uno de sus fantasmas. El espacio “tal vez esté también visitado por fantasmas”[13]. No tal vez, tiene sus propios fantasmas. Un síntoma más de su vida propia.
            Pero es que ni siquiera habitamos en casas ni ciudades, nos gastamos la vida en los “medios-de”. Nuestro habitar está mediatizado, “la vida doméstica está gangrenada por el consumo «mass-mediático»”[14]. La vida se nos va en los medios de comunicación y de transporte que son, por excelencia, los medios. Se ha hecho bastante teoría sobre los medios de comunicación, pero ¿qué hay de los medios de transporte? Su manifestar es angustiante, pues son espacios-medios que abren otros espacios-medio: vamos de casa a la escuela y de la escuela a la casa, habitamos en ese transcurso, pero en realidad en ningún lado. “Las variedades de pasos son hechuras de espacios. Tejen los lugares” [15], pero el paso peatonal ha sido transformado en una pista automovilística, aérea y hasta intergaláctica Nuestro habitar está osificado en una red de mediatización.  
Por eso es la emergencia de construir hogares, es decir, de construir hogueras: dejar ser a las cosas lo que son, porque todo hogar es fuego y luz. “La casa es nuestro propio rincón del mundo. Es –se ha dicho con frecuencia– nuestro primer universo. Es realmente un cosmos. Un cosmos en toda la acepción del término”[16]. Es el primero, pero también el último, ya que no habitamos-construimos hogares. En un hogar las ventanas dejan ver las calles que conducen a otra casa, a una ciudad y a un árbol ¿cuándo nos hemos detenido a contemplar por la ventana? Construir hogares es anular la oposición entre la casa (privado) y la ciudad (público), entre ambiente y medio-ambiente, entre el juego dialéctico de dominación entre la casa y el hombre. Pues un hogar es un cosmos, es decir, tiene alma y vida (zoé). En un hogar se deja ser lo que son todas las cosas, en todos los niveles espaciales (incluyendo a los espacios mismos), sin pugna ni violencia.
Sin embargo, no debe pensarse que los espacios-medio deban ser erradicados, el verdadero asunto es habitar mediáticamente los espacios que son medios en sí mismos En Casa tomada los habitantes de la casa no tenían una relación mediática con la casa, de hecho, la casa era su refugio, su hogar. El problema fue en la persistencia en su modo de ser edificante o arquitectónico de la casa. La casa ya no tenía los habitantes que un día tuvo, la casa sólo “aparte de espaciosa y antigua, guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia”[17]. La vieja y enorme casa estaba atiborrada de recuerdos y fantasmas, sus dueños se negaron a dejarla morir. Porque las casas también mueren, tienen su finitud arquitectónica. Ellos no se dieron cuenta de que hay muchos modos de construir hogares además de la arquitectónica. Sabemos que debemos construir hogares, pero ¿cómo?: ¿cuáles son los modos de construir casas-hogares?
Bibliografía
- Bachelard, Gaston, La poética del espacio. Trad. Ernestina de Champourcin, México, FCE, 2013.
- Buck-Morss, Susan, Walter Benjamin, escritor revolucionario. Trad. Mariano López S., Buenos aires, Interzona, 2005.
- Cortázar, Julio, Bestiario, México, Alfaguara Literaturas, 1994.
- De Certeau, Michel, La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. Trad. Alejandro Pescador, México, Universidad Iberoamericana- ITESO, 2000.
- Foucault, Michel, “De los espacios otros”, Conferencia publicada en Architecture, Mouvement, Continuité, n. 5, octubre de 1984. Traducida por Pablo Blitstein y Tadeo Lima.
- Guatarri, Félix, Las tres ecologías. Trad. José Vázquez Pérez y Umbelina Larraceleta, Valencia, Pre-Textos, 1990.
- Heidegger, Martín, Conferencias y artículos. Trad. Eustaquio Barjau, Barcelona, Serbal, 1994.
-Huxley, Aldous, Un mundo feliz. Retorno a un mundo feliz. Trad. Luys Santa Marina, México, Porrúa, 2010.
- Lefebvre, Henry, “La producción del espacio”, en Papers: revista de sociología, Año: 1974 Núm.: 3 (pp. 219-229).




[1] Michel Foucault, “De los espacios otros”, Architecture Mouvement, Continuité n. 5, p. 2. 
[2] Ibid., p. 2. [Las cursivas son mías]
[3] Félix Guattari, Las tres ecologías, p. 7.
[4] Aldous Huxley, Un mundo feliz. De regreso a un Mundo feliz, p. 1.
[5] Michel de Certeau, “Prácticas de espacio”, La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer, p. 103.
[6] Susan Buck-Morss, “La ciudad como mundo de ensueño y catástrofe”, Walter Benjamin, escritor revolucionario, p. 223.
[7] Félix Guattari, op. cit., p. 8. [El subrayado es mío]
[8] Martín Heidegger, “Construir, habitar, pensar”, Conferencias y artículos, p. 119.
[9] Julio Cortázar, “Casa tomada”, Bestiario, p. 13.
[10] Ibid., p. 14.
[11] Henry Lefebvre, “La producción del espacio”, Papers: revista de sociología, p. 223.
[12] Michel de Certeau, op. cit., p. 106.
[13] Michel Foucault, op. cit., p. 2.
[14] Félix Guattari, op. cit., p. 7.
[15] Michel de Certeau, op. cit., p. 109.
[16] Gaston Bachelard, “La casa. Del sótano a la guardilla”, La poética del espacio, p. 34. [Las cursivas son mías]
[17] Julio Cortázar, op. cit., p. 13.

De Jal P. V. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

Soledad bajo tierra.


Es raro, pero siempre he creído que el metro es un lugar bien especial. Lo digo en parte por la mugre de los vagones, los hombres de corbata y los de gorra, los faquires, etc. El subterráneo de mi ciudad es uno de esos lugares solitarios en los que simplemente te enamoras, así a primera vista, de alguna persona a la que jamás volverás a ver en la vida.

Hay una especie de intimidad realmente profunda allí, puede sonar contradictorio por el gentío y los gritos y el sudor de siempre, pero es que ese lugar no solo es eso, es más, es múltiple y contrastante, incongruente, inimaginable. Inefable.

Siempre pensamos en la soledad como un lugar desolado, en silencio, desierto, y yo creo que esa soledad, en realidad, no es tan sincera como la de los que se están mirando en medio del anonimato de la muchedumbre que espera en el andén, porque la pureza auténtica de la intimidad se da en un cuarto, una habitación con muros vivos de piel y ropa, indiferencia, prisa intransigente.

Estamos tú y yo solos cuando te sientas a mirar a través de la ventana, emocionada a veces, siempre distraída y todo el mundo está tan ocupado que ni siquiera nota nuestra presencia más allá de un par de caras viajando a cualquier estación. Estamos tú y yo solos al caminar por los pasillos largos de luz blanca y harapos en el suelo, y sabes que bien podemos correr o quedarnos quietos, parados así uno frente al otro y olvidarnos de todo, alejarnos de todos sin movernos un centímetro.

Entonces la soledad es nuestra, mujer, y no hay nadie en ninguna parte.

domingo, 24 de febrero de 2013

24 horas sin dormir

4 pm sábado
Un viaje de 2 horas en metro con mucha gente que no conozco me hizo percatarme de que tampoco te conozco a ti pero que aun así te amo . De todos modos eso no cambiaba el hecho de que tu estuvieras lejos
6 pm
Llegar a casa muerta de cansancio por el viaje y encontrar un sillón para descansar me hizo sentir anciana pero no importa. Cerré los ojos pero vi tu rostro en mi mente y con miedo volví a abrirlos
7 pm 
Encendí el televisor y deje que mis ojos se perdieran entre los canales: un partido de futball, una película cursi que rayaba en lo estúpido, alfombras rojas hollywoodenses, reality shows... que mas da. No puse atención a nada
10 pm
Hastiada apague el televisor y fui a preparar café, lo bebí lo mas despacio que pude , moría de frío. de pronto me di cuenta que estaba sola en una casa gigante con olor a madera, naftalina y recuerdos regados por doquier.
11 pm 
 Navegue por Internet. A esta hora ya estarías de fiesta o de luna de miel  con tu novia o mejor dicho tu esposa. ¡Que horror era pensar que no era yo! yo que tanto te amo
media noche
Desesperada llamé a nuestra  mejor amiga. No quiso darme pormenores , solo dijo duérmete , el esta feliz, no imagines estupideces . Eso era algo que yo ya sabia, y que no estaba dispuesta a soportar y en cuanto a lo de pensar estupideces estaba claro que no lo podía evitar 
1 am domingo 
Mi cabeza empezó a imaginarse tu boda con horror. Era la boda perfecta, flores, adornos, mucha gente, y en el aire se respiraba el romanticismo. después estabas tu en el fondo con esa sonrisa insultante  esperando a la novia ( que obviamente no era yo) y el "puede besar a la novia" era el epígrafe final de mi cuento de terror     
 2 3 y 4 am
 Me acosté  llore llore y seguí llorando mas de tristeza de pura rabia. No quise cerrar los ojos por temor a que aparecieras en mis sueños para burlarte de mi  como ya lo has hecho antes
5 am
Baje a pasear el jardín y me tumbe en la yerba fría. al verme mi perro se acerco a mi y se recostó a mi lado. nos quedamos viendo al cielo esperando que amaneciera
6 am 
 Y si hubiera ido boda ¿hubiera podido detenerla? ¿que cara tendrías tu al verme? ¿ y ella? ¿me hubieras perdonado?
7 8 y 9 am 
No tengo recuerdos jugué con el aire grite y salte ente el pasto y las hormigas
10 y 11 am
Desayune pan y café tome sol y me morí mentalmente en una ventana
medio dia
Quise pensar en latín pero seguí muerta . Escuche música de los 80´s con tintes de melancólico dolor
1 pm 
empece a sentir cansancio 
2 pm 
Mi yo interior decía toma un baño tal vez eso calme tu ansiedad
3 pm  
Te imagine otra vez mientras me desvestía despacio para tomar el baño pensando que tu lo hacías por mi 
me sentí ensimismada y pronto recordé que estas casado que no me hiciste el amor y no lo harás y que estaba a punto de bañarme Que no haré el amor esta noche y que nadie me contemplara todavía
4 pm 24 horas después
 El baño hizo efecto. Después de una lucha que pareció no acabar contra ti y contra mi amor me quede dormida  
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA
Catherine Linton 




 
     



sábado, 1 de diciembre de 2012

Día de protestas


Hoy veo lo que sea y es algo de ti
estás acá y allá
humeas en el té caliente y en la ventana
brillas también en la lámpara
en el sillón

estás ahí con tu inmensa nada
andas caminando por las calles
sentada en el autobús que pasa
tras los vidrios rotos en la calle Juárez

mirando
estás en una mirada

estás también detrás de un paliacate y un gorro negros
abréndote paso entre los policías
no sé, el todo, la nada
en mi cámara y en mis pies, corriendo de un lado a otro

vibras en un grito desesperado
te derramas en la sangre de ese
en el suelo
escurres tirada a media calle

vuelas en el frío de la noche
te escondes bajo la cama
junto a los trapos sucios, la ropa
hueles a pólvora

en todos lados
pero no eres tú
ni tu voz ni tu aroma
ni nada en el aire
estás en todos lados
pero no estás conmigo

Larrón

viernes, 30 de noviembre de 2012

Qué cosas


Qué cosas
un día estoy contigo en el metro
en el vagón
en garibaldi, esperando
miro mi reflejo y todo
te miro a ti
el tren no va a salir
el miedo existe en un vagón de metro
al siguiente no existo
no proyecto sombra alguna
soy transparente
la calle, la banqueta
no hay sonido
ni siquiera voy a los usuales 160 centímetros sobre del suelo
creo que vuelo, o algo parecido
te miro de nuevo
ahí sentada, levantas la mirada
no me observas aquí volando
miras las nubes, ya
miras las nubes y yo no existo
y yo no existo como un pensamiento
de esos que uno tira a la papelera
y ya
qué cosas


Larrón

domingo, 18 de noviembre de 2012

A dónde

Te quiero
de aquí a la luna con alas de cera
al mar cayendo
al cielo, a la luna, a la noche

de aquí a mis miedos:
por ti corro hacia ellos
los atravieso y los desplomo
y sigo corriendo hasta dar la vuelta al mundo

te quiero desde mi piel hasta tu piel
desde mi corazón
perla hundida en un mar de tristezas
hasta tu luz

te quiero de aquí a la luna
con alas de cera
de aquí volando al sol
de aquí a mi muerte


Larrón

miércoles, 17 de octubre de 2012

Era solitaria


Una cosa de ella es el escote. No una "cosa", no, de hecho es... es ella misma, a veces. Esa extensión de piel que se desliza por el cuello y las clavículas, y baja a los manantiales del delirio, pozas vívidas del deseo, fosas deslumbrantes. Eso es ella, es el cabello que escurre negro, gélido hacia los pies, y es la ropa suave y delgada que no protege ni esconde su virginidad altiva, perenne. Ella es un rojo cálido en la piel, rojo de sol, rojo que se adentra y se escabulle y se entromete en las entrañas de la vida misma y del ser

¿Cómo decirlo? No es que en realidad su mirada y su sonrisa y su cuerpo no me importen, como si de la venus, la mujer de Milo, pudiéramos arrancar un trozo a martillazos y pensar que esa es su esencia. Lo que pasa es que el vértice sobre el cual toda la belleza y la impureza de su nombre recaen, es su escote: la piel que se mira y la que no se mira -bajo sus hombros, sobre el collar-, ese mundo entero, ese cosmos inmenso, esa isla con Adán y Eva danzando entre los árboles con los sexos descubiertos.

Ella es un escote
Ella lo es
Ella lo sabe

Ella hace uso de su belleza y de sus encantos aun no revelados. Es engañosa, es hiedra, enredadera hermosa, ella espera detrás, escondida tras las rejas, más allá del marco que forman sus brazos y su cuerpo… ¡y entonces salta por su presa! salta y araña lo que encuentra, desgarra cual gato a lo que queda de nosotros, ratones inocentes, incrédulos, maravillados con su luz.

Ella también es hoyo negro, tragándolo todo, intentando absorberlo todo, todo, todo, bajo su falda, entre el vello y su cuerpo. Es un vórtice, debilita, pero no es mortal; son sus piernas una caricia que no deja ir más allá, que deja pasmado todo antes de comerlo, porque no es para eso que fue dada.

¿Y yo? Yo lamento el haber intentado encontrar mi fin en ella, en su espalda y sus nalgas perfectas, ese fue mi error, el error de pensar a una estrella como si fuera la luna entera, sin saber lo engañoso de la noche sobre mi cabeza. Eso lo lamento, lo lloro en las tardes, lo rechazo y lo grito y lo corro y lo siento en mí al caer junto a los cuervos, al volar dentro del mismo sueño infinito que soy. Siempre.

Ella es un escote, nada más fue para mí, aunque tal vez para ti pueda ser esa muchacha morena, y de pelo largo, y a veces solitaria... llamada ---.

Larrón.