Enrique Peña Nieto: «¿Existe el PRI?»
Carlos Salinas de Gortari:«Claro que existe. El PRI
existe. Televisa es la encarnación del partido».
Enrique Peña Nieto:«¿Existe en el mismo sentido en
que yo existo?»
Carlos Salinas de Gortari:«Tú no
existes»*
En 1949, George
Orwell, presentaría ante el mundo su obra cumbre, continuación espiritual del
brillante y nuevo “Mundo Feliz” de Aldous Huxley. Ambas versaban en la
propaganda política, la vejación humana, la condición imperialista y el
gobierno omnipresente, falto de artes, marginado en la ignorancia y
aterrorizado en el vacío existencial que nadie jamás reconocería
concientemente.
Dios, aquí, es un
ente pagano, todopoderoso, si, propietario de la historia y la manipulación
mediática, dueño absoluto de la verdad y la realidad.
Crítica imperante
al régimen totalitario, Orwell, forja un mundo cínico, falso y risible,
contrastante a la nueva era de oportunidades creada por la tierra de los sueños
y creencias, Estados Unidos. La democracia ya era un derecho universal, y la
palabra de DIOS contrastaba con la de Dios, aquel que adornaba la novela
distópica de Orwell.
19 años más tarde,
Andy Warhol anunciaba su postulado más famoso, “En el futuro, todos serán
famosos por 15 minutos”, sin saberlo, Warhol le había dado nombre a la nueva
religión que se alzaba airosa ante los ojos sociales de todas las amas de casa
desesperadas y hombres de negocios de virilidad dudosa: culto a celebridades.
De pronto, la muerte de Marilyn Monroe se volvió más importante que la guerra
de Vietnam, y las estrellas de rock se habían vuelto las mascotas circenses del
mundo entero.
Un año antes, Jim
Morrison mencionaba: “Quién controla los medios de comunicación, controla las
mentes”, frase directa, polémica y salvaje que disparaba directamente al
corazón del sueño americano. La prostitución política de los Kennedy y su
sentido divino de estrellas de cine, héroes nacionales e internacionales de la
historia plástica de la cultura del motel, la muerte misma de John F. Kennedy,
pareciese más una propaganda política fríamente estipulada y congeniada por el
Gran Hermano, que un asesinato razonado por un amante de los soviéticos.
Estados Unidos se
unificaría ante la tragedia nacional y exigiría la muerte del estado soviético,
tan falto de las oportunidades que ellos poseían, mientras las manos negras de
las oportunidades recitaban al unísono “El fin justifica los medios” y Kennedy
era el sacrificio para lograr el poderío universal.
49 años más tarde,
México se convertiría en el parque de juegos del imperio conocido como Estados
Unidos. El gran partido político es el PRI, comandado por el “Gran Hermano”,
Carlos Salinas de Gortari, y su policía del pensamiento, Elba Esther Gordillo.
El ministerio de la paz, co-creado con el Partido Acción Nacional, dio su
primer golpe con la guerra interna del narcotráfico, exigida por un inseguro
Felipe Calderón Hinojosa, mientras que su ministerio de la abundancia, con
Marcelo Ebrard a la cabeza, se encarga de otorgarle a la sociedad las necesidades
básicas más importantes, asegurando “educación de calidad” y creando programas
de becas que facilitan el amor hacia el gobierno mexicano.
El ministerio del
amor ha provocado la desaparición y muerte de más de 20 periodistas en el país,
siendo el narcotráfico el principal escaparate para las acciones hechas por el
régimen del Gran Hermano. El periodismo en México ha degenerado en críticas
constantes ante el buen juicio del ministerio de la paz y ante el creciente uso
de redes sociales y el libre transito de información, éste ha desembocado en
malformaciones grotescas de la historia política del país.
El ministerio de
la verdad, comandado por Josefina Vázquez Mota, se ha dedicado a cambiar y a
modificar la historia social y cultural del país, alimentando así, organismos
sin rostro como la Secretaría de Educación Pública.
Las pantallas
gigantes con mensajes del Gran Hermano, han sido reemplazadas por televisiones
en cada hogar mexicano, los mensajes son implícitos en los canales de mayor
audiencia en el país: Televisa y Tv Azteca. La alimentación retrograda y
punzante a la ignorancia se ve protagonizada por telenovelas aspiracionales,
partidos de fútbol y programas de realidad.
Los medios
impresos, también son controlados por nuestros brillante y nuevo Gran Hermano,
“El Universal” y “El Reforma” se han convertido en los principales periódicos
del país, que contienen información tergiversada acerca de los acontecimientos
más importantes nacional e internacionalmente.
La construcción de
un muñeco de plástico llamó la atención del consulado del país. “No deberíamos
jugar con la vida” diría lentamente Elba Esther Gordillo, arrastrando las
palabras y tosiendo pesadamente al final.
“Las sociedad
modernas requieren de la imagen, no del pensamiento. No quieren pensar, no
quieren leer, quieren ver. Quieren atestiguar con sus propios ojos a sus
gobernantes manteniendo relaciones sexuales con sus flamantes esposas, quieren
verlos en mítines como los reyes del nuevo México. Y eso es lo que les daremos”
se burló Salinas de Gortari, inyectándole una sustancia rojiza y espesa al ser
que tenía recostado sobre una plancha de metal, tan frío que Elba se retorció
al pensarlo siquiera.
El nuevo
super-político estaba vivo, lleno de vida, listo para hacer suyo a un país
tercermundista, sumido en el abandono espiritual e intelectual. Ante ellos, él
sería Dios. Un súper hombre capaz de todo. Salinas lo abrazó, lleno de emoción,
sus diminutos ojos se humedecieron al vislumbrar a quién sería su escaparate,
su muñeco de goma. El corazón de Elba dio un giró al vislumbrarlo. ¿Qué
pretendía Salinas con todo esto? Se preguntaba detrás de una sonrisa de
satisfacción ensayada, ya, hacia muchas noches frente al espejo de su mansión
de Estocolmo.
El muñeco balbuceó
sin abrir los ojos, dijo algo en un intento burdo de español y se retorció
dramáticamente frente a los ojos de Salinas y Elba.
“¿Qué le sucede?”
preguntaba una nerviosa Elba Esther tapándose los ojos. Habían fracasado,
habían fracasado por segunda vez. Hacía quince años que el experimento fallaba,
y cada vez era más fuerte la caída.
“¡Cállate, Elba!”
gritaba Salinas, cesando en un segundo los balbuceos de la maestra y del
monigote de plástico que tenía frente a él.
Salió de la
habitación por 5, 10, 15 minutos. Elba sentía que iba a morir, que sería
arrojada a los confines de la habitación 101, sin derecho a replica. De pronto,
el muñeco abrió los ojos, y sus pupilas se contrajeron al ver directamente la
luz de la sala de operaciones del Palacio Nacional. Gritó irracionalmente e
intentó moverse inútilmente, ante las bandas elásticas que lo mantenían pegado
a la mesilla de metal.
Elba se obligó a
reprimir un grito de nerviosismo. Lágrimas de horror salpicaban su rostro lleno
de operaciones que se comería el tiempo.
Salinas entraría a
la sala ante la muda maestra de la policía del pensamiento. Pero esta vez, no
se encontraba solo, lo acompañaba Emlio Azcarraga Jean, magnate de negocios,
dueño de Televisa y Ricardo Salinas Pliego, sueño de grupo salinas y Tv Azteca.
Ambos, atibados en unos trajes de seda negro, de los que resaltaba una corbata
dorada, en el señor Azacarraga y una plateada, en el señor Salinas.
Los hombres
caminaron directamente hacia la plancha, mirando fríamente al hombre que se
convulsionaba frente a ellos, mirando intensamente la luz que le daba
directamente a la cara.
“¿Es él?”preguntó
Emilio, sosteniendo un cubre bocas con su mano izquierda y su celular con la
mano derecha, tomándole fotos al muñeco de plástico que gruñía.
“En efecto, Elba y
yo nos esmeramos mucho esta vez. Nos basamos en los actores de ambas empresas
para su diseño. Además, no posee un cerebro funcional, las enzimas de Felipe
Calderón no fueron aceptadas en su cuerpo, pero no es problema, ya conseguimos
uno de Escocia y en cuanto llegué, comenzaremos con la hipnosis y la educación
fundamental” contestó Salinas, sin poder disimular su creciente emoción y
orgullo frente a los lideres mexicanos que tenía ante él.
“No parece muy
funcional” recriminó Ricardo “Además, ¿ya tienes su biografía escrita? Nunca
faltan los revoltosos que quieren saber más y más de sus gobernantes”
“Josefina se esta
encargando de eso, nació en el Estado de México y tiene una hija adolescente…”
“¿Ya tienes a la
hija rentada? Recuerda que solo te puedo proveer de una esposa funcional, no de
todo el paquete” interrumpió Azcarraga, secándose el sudor de su frente
perlada.
“El gobierno
Estadounidense nos mandará una niña en las próximas semanas, dicen
que es muy buena actriz y sabe hablar perfectamente el español” dijo detrás de
una sonrisa Elba Esther, tomando el pañuelo de Emilio Azcarraga y secándole el
sudor ella misma.
“Ya hemos
invertido mucho en este proyecto. Más te vale que valga la pena. Te sugiero que
inicies su ubicación de inmediato en la cámara de diputados en el
Estado de México” aconsejó Ricardo Salinas, sin quitarle la vista a su celular.
El monigote no
dejaba de quejarse, sus golpes eran cada vez más fuertes y, de pronto, se
soltó. Los miró a todos lleno de confusión, y cerraba sus ojos una y otra vez
intentado reconocerlos. No estaban en su mente, no podía sentir empatía por
ellos.
Salinas de Gortari
le dispara un tranquilizante, antes de que ataque a sus inversionistas. Elba
llama a seguridad y pronto cargan al muñeco recién nacido.
“Más te vale que
soluciones todo esto” dice Azcarraga saliendo de la sala y arrebatándole el
pañuelo a la maestra.
“La próxima vez
que lo vea, quiero que puedo decir aunque sea una frase compuesta” lo regaña
Salinas Pliego sin mirarlo a la cara.
Salinas de Gortari
le da una cachetada a Elba Esther y le grita “¡Porqué no lo drogaste bien! Te
deje cajas enteras de tranquilizantes regulados y tu solo llorabas”. Elba
solloza en silencio, temerosa de las horribles impresiones de la habitación 101
y todo lo que le puede ofrecer.
El muñeco de
plástico, aún inconsciente escuchó durante su letargo horas y horas de
repeticiones del abecedario, así como de la historia oficial del país,
autorizada plenamente por la maestra Elba Esther Gordillo. Soñó con la figura
heroica de su creador Salinas de Gortari. Pronto supo que había nacido en el
Estado de México y que sería gobernador y presidente del país en unos años.
Después, lo bañaron en frases ambiguas de estatutos y reglas que debía seguir y
obedecer. NO DEBO PONER EN RIESGO AL GRAN HERMANO NI A SU GENTE. DEBO COMPORTARME
DE LA MANERA EN QUE LO DICTE EL GRAN HERMANO. NO LO NOMBRARE EN VANO. RESPETARE
SUS REGLAS Y LO QUE ME PIDA HACER. NO TENDRE VOLUNTAD EXTERNA, SOLO AQUELLA QUE
ME DICTE EL GRAN HERMANO Y/O SU GENTE.
Al despertar era
un hombre nuevo y listo para la acción. Reconoció inmediatamente donde estaba
recostado: es una cama, se dijo a si mismo. Lo que tenía enfrente de sí, era
una televisión y servia para ver telenovelas, partidos de fútbol y programas de
realidad. Sus manos servían para sostener discursos políticos y sus pies para
hacer realidad la voluntad de su padre, Salinas de Gortari.
Salinas entró a la
habitación, con una charola llena de nutrientes naturales, leche de soya y un
calmante natural fabricado por el estado y suministrado a los indígenas.
“Creador” dijo el
muñeco, asombrado de su capacidad de hablar y del sonido que salía de su voz.
“Así es hijo mío,
debes recordar que no me debes nombrar públicamente. Nunca. Para los demás, soy
el Gran Hermano, y lo seré también para ti cuando te encuentres con la gente de
México”, le dijo su padre, haciendo un esfuerzo por sonreír en cada
pronunciación de las palabras y de hacer un énfasis enorme al decir “Gran
Hermano”.
El muñeco comió en
silencio, mientras el Gran Hermano, le comentaba la importancia de seguir las
reglas y de hacerle caso en todo lo que el le dijera, pues, aseguraba, el era
Dios y su felicidad debía de ser lo más importante.
“¿Cómo te llamas,
hijo mío?” le preguntó Salinas, en un intento por probar si la hipnosis hecha
por Elba, tuvo el efecto deseado en el muñeco.
“Enrique….Peña…..Nieto”
articulo torpemente el monigote, sonriendo al final, tal y como lo había hecho
su creador, su Dios.
“¿Dónde naciste?”
preguntó nuevamente Salinas de Gortari, mostrando su dentadura completa esta
vez.
“Nací en
el municipio de Atlacomulco, en el Estado de México, estudié la carrera de
derecho en la Universidad Panamericana y una maestría en administración de
empresas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Monterrey” dijo al instante, casi olvidando sonreír airosamente al final de su
sentencia.
“¿Estas casado?”
le cuestionó nuevamente Salinas, esta vez riéndose estrepitosamente al
final. No podía ocultar su emoción, su experimento había funcionado.
“Si, si nombre es Mónica
Pretellini, nos casamos en 1993, tenemos una hija. Mónica morirá en el 2007, y
yo me casaré con una actriz de telenovela.” dijo, riéndose al igual que Salinas
lo había hecho.
“Recuerda que
debes buscar aquella que posea 15 minutos de fama, aquella con popularidad y
con belleza, de preferencia, que no posea estudios superiores” le ordenó,
disfrazándolo con un consejo, Salinas a Enrique.
“Así será, gran
hermano” dijo Peña Nieto, acostumbrándose aún al sonido de su voz.
*Del original, 1984 de George Orwell
Winston:«Existe el Gran
Hermano?»
O’Brien:«Claro que existe. El
Partido existe. El Gran Hermano es la encarnación del partido».
W:«¿Existe en el mismo sentido en
que yo existo?»
O:«Tú no existes»
Escrito extra de: Bochzissou
Compilador: Jal PV