viernes, 8 de junio de 2012

Esperanza murió ayer.


Y si van a atraparme, que lo hagan de una vez, no soporto la espera en silencio.

Solía darme un baño caliente antes de dormir. Así me despertaba para solamente vestirme e ir a desayunar, usualmente desayunaba en un pequeño puesto de tortas bajando mi apartamento. 

Yo vivo solo. Trabajaba ayudando en un despacho jurídico a una media hora de mi apartamento. Mi vida solía ser rutinaria, algo aburrida, pero al fin y al cabo, solía disfrutarla.
 Tiene mucho que no salgo con alguien, y creo que no tengo amigos, mis padres viven en otro estado y me es muy difícil ir a verlos. Deseaba adoptar un pequeño perro o un gato hasta que las cosas cambiaron.

Primero fue la inmensa propaganda en las paredes de los edificios y casas, incluso en el edificio donde vivo. No fue la gran cosa, casi nadie le presta atención al segundo o tercer día a esos pósters pegados en los postes de luz.

Luego en la radio y después en la televisión. Amarillismo, competencia, mentiras, guerra sucia, ataques, todo en un lenguaje distinto al que uno se acostumbra cuando lo crían. ¿Cadena Nacional?
Una semana después, la dueña del puesto en el cual desayunaba dejó de preparar los deliciosos desayunos. Pregunté a quien pude el por qué, y sólo contestaban: "Pues... Parece que se enfermó de tantas elecciones...".

No lo entendí en ese momento, pero unos días después, el terror se empezó a apoderar de mi mente. Llegaban llamadas al teléfono de mi casa; primero una cada tercer día, luego una diaria, una cada hora, una cada cinco minutos... Y luego a mi celular.

Propaganda por teléfono, peor que los cobradores de créditos y préstamos. Propuestas por aquí, propuestas por allá. Uno lo trata de considerar hasta que llegan las propuestas indiscretas: "¿No le interesa ganar $1000 de manera muy sencilla?". Hijoles, hasta se me enchina la piel. Si se tiene tantita cordura... No, tantita consideración por lo que uno ama, se rechazan sin siquiera pensarlo. 

Se preguntarán a quién he de amar... Pues a pesar de que he vivido sólo bastante tiempo ( y créanme que es difícil sobrellevar la soledad algunas veces), en esos momentos en los que viajaba en microbús o RTP (no tengo coche debido a mi situación económica), me daba cuenta que había por qué o quién luchar. "¡Pero si la gente es bien grosera!", ya sé, ya sé, y muchas personas lo son, pero no suelo generalizar, y muy a pesar de esos empujones, esas groserías, esos rostros indiferentes, y muchas veces rostros de enojo, el corazón se agranda cuando escuchas ese "¡buenos días!" o "¡buenas tardes!", sin mencionar la sonrisa de las personas mayores o las mujeres embarazadas cuando les das el asiento, o las risas de los niños pequeños que resuenan muy por encima de la música de banda a todo volumen del conductor.
Bueno, sin desviarme más de la historia, pronto empezaron a tocar a la puerta, dejando todo tipo de propaganda, a veces folletos tirados debajo de la puerta, otras con un "no olvide quién le conviene más A USTED".

Y estarán preguntándose el por qué les cuento la historia en tiempo pasado... Pues mi vida ahora es un desastre. Digo, ya lo era, pero no a tal grado. Tanta basura se apoderó de mi cordura, y no sólo de la mía, si no de la de todos mis conocidos, hasta de los más tolerantes.
Ahora vivimos entre un abismo de confusión, ya no conocemos la diferencia entre la mentira y la verdad. Las promesas se han convertido en la esperanza muerta del pueblo. Y ya no encuentro mi cartera.
Ahora que me han encontrado...
Sólo les pido una cosa: Si van a liberarme, que lo hagan de una vez, no soporto un segundo más entre anuncios mudos.
Nath

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