¿Qué es ser mexicano?
Desde
el título, partimos hacía donde vamos a dirigirnos y, utilizando un método
cartesiano, comenzamos por una duda. Para adentrarnos en el tema, es necesario
preguntarnos ¿Qué es identidad? y ¿qué es ser mexicano? Ambos sostienen una
relación tan estrecha, sin embargo difieren al momento de profundizar. Identidad,
por significado podemos encontrar “Conjunto de características, datos o
informaciones que son propias de una persona o un grupo y que permiten
diferenciarlos del resto”[1],
lo cual nos deja muy alejado de lo que pretendemos buscar, pues caeríamos
indefinidamente fuera del meollo del asunto. Al buscar una identidad como país,
tendríamos que dividirla en estados, después delegaciones o municipios,
etcétera… hasta llegar al punto individualista y así mismo, se realizaría un
método inductivo que nos dirigiría una probabilidad, de lo que somos. Es por
eso que al momento de dirigir el concepto de mexicano en enfatizará en conjunto. El problema inmiscuye a cada
uno de lo que pertenecen a este conjunto, y debemos ser conscientes de ello.
A lo largo de la Historia de México,
se ha vivido en una serie de conflictos y batallas, entre distintivos bandos.
Desde sus orígenes, ya en el México prehispánico, los pueblos siempre
mantuvieron una difícil interrelación. Diversas diferencias ocasionaron
batallas entre algunas culturas. Por ejemplo el resentimiento del pueblo
Tlaxcalteca, por ser dominado por el Imperio Azteca, resultó una causante de la
caída del segundo. Cuando se aliaron a las fuerzas de Cortés para mostrar los
caminos desconocidos para los españoles y al mismo tiempo tan conocidos, por los
Tlaxcaltecas.
Fue
una astuta estrategia que definiría el destino de la batalla entre aztecas y
españoles. Justo como es narrado en los libros de Historia de México. También
retomado por escritores mexicanos, para volver a narrar, con estilo literario,
ese hecho histórico. Y queda palmado ese sentir de despreció por los llamados
traidores, que de igual forma eran naturales de la misma tierra que nosotros.
“Se dirá durante siglos que la culpa de todo la tienen siempre los
tlaxcaltecas; el orgullo y la traición pueden ser fieles compañeros,
disimulándose entre sí.”[2] Y
eso fue desde la época prehispánica. Terminando con la Conquista de México,
después a consecuencia la creación de Nueva España.
México atravesó fuertes combates
para buscar una autonomía. Al momento de finalizar la consumación en 1821, y
pensar que lo único que faltaba era una mejor organización, sucedió todo lo
contrario. Fueron tiempos de invasiones, de luchas, de encuentros; desde contra
países extranjeros, hasta con nosotros mismos. Por la desigualdad racial, por
la búsqueda de una identidad, donde no había cabida para una diversidad de raza,
se empezó por marginar más agudamente a las castas o, a deshacerse de ellas, fomentando
el mestizaje. “…en el siglo XIX la minoría más ilustrada, en su empeño de
hacerse culta a la europea, se aproxima al descastamiento.”[3]
¿Debemos seguir intentando buscar una identidad mexicana? ¿Hasta qué punto se
busca una universalidad mexicana?
Los constantes movimientos
mundiales, trajeron como producto una globalización, donde la fuga de
pensamiento se expandió de una manera veloz. México fue uno de los receptores
de ideas. La universalidad del mundo, sobre todo del proveniente de Europa,
influyó en México a tratar de imitar el modus
vivendi que profesaba Europa. La asimilación del pensamiento europeo y el
intento de estar al mismo nivel que occidente, ocasionó una tendencia
inconsciente a imitar su cultura. “Los mexicanos han imitado mucho tiempo, sin
darse cuenta de que estaban imitado. Creían, de buena fe, estar incorporando la
civilización al país. El mimetismo ha sido un fenómeno inconsciente…”[4].
Siendo rigurosos, la imitación y su
uso excesivo, sobre todo de los sistemas políticos europeos son los que han llevado
al fracaso a México, en su intento de organización (sobre todo política), pero
no sólo eso, de manera que se fue imitando el sistema occidental, se fue
adoptando una enemistad contra los seguidores de ese ideal. Pues estos países, como efecto de su ideal
imperialista, comenzaron a invadir, ejemplificado con España y Francia en
México. Francia en mayor grado. “Su hostilidad ante la cultura europea,
encuentra aún nuevas razones en su favor al considerar los múltiples fracasos
ocasionados por el abuso de la imitación extranjera”[5].
Sin lugar a dudas, la contrariedad en México ha sido muy persistente, y se
aprecia en lo antes enunciado. Se quiere aquello que en sus raíces se detesta o
desprecia.
A medida que el tiempo transcurrió,
la cultura europea y su influencia en México, perdió fuerza. El mundo
norteamericano y su expansionismo dieron frutos, y, como colindante de los
Estados Unidos de América, México recibió uno de sus efectos. No obstante, el
expansionismo estadounidense no fue de golpe, había tenido orígenes desde la
creación de la constitución de 1824. Cuando en México se lidiaba una lucha
entre federalistas y centralistas. El federalista obtiene una victoria, dando
muestra de la imitación del Estado mexicano hacía el sistema del norte. “Se
sabe que el modelo de las Constituciones que se sucedieron en nuestro país
durante la pasada centuria, fue tomado de los Estados Unidos. El primer texto
de la Constitución americana que se conoció en México…”[6].
Y estos golpes “fantasmas” de
Estados Unidos, han prevalecido hasta nuestros días, hasta la época
contemporánea. De nueva cuenta, autores mexicanos escriben lo que observan al
respecto. José Emilio Pacheco, escritor contemporáneo, tratando de expresar las
costumbres de su época (siglo XX, entre 1946-1952), escribe la terrible influencia al lenguaje, ya
difícil por su mestizaje entre el español y las lenguas indígenas, en México.
“Mientras tanto nos modernizamos, incorporábamos a nuestra habla términos que
primero habían sonado como pochismos en las películas de Tin Tan y luego
insensiblemente se mexicanizaban: tenquíu, oquéi, uasamara, sherap, sorry, uan
móment pliis”[7].
Entre muchos otros escritores, que daban cuenta de lo mismo.
El lenguaje, siempre tan importante
para una cultura y asimismo para una identidad. Las palabras regularmente
ocultan significados explosivos, fuertes por naturaleza; y algunas veces
traumas o nociones mentales. En México se han creado neologismos, autóctonos,
que representan símbolos sólo en el lugar donde se pronuncian. Entre muchos
neologismos, uno de los más usados son el ser chingón o ser chingado.
Estas dos simples palabras,
demuestra de nuevo batalla, pero ahora contra nosotros mismos. Como venía
sucediendo en cada parte de nuestra historia. Lo que se quiere mantener es la victoria.
Probablemente por las constantes derrotas exteriores, han forjado el deseo, por
lo menos de ganar algo, aunque sea una batalla verbal. Como sucede en el albur.
El ser chingado es lo peor que puede pasarte, es desleal, es sucio, todo lo
detestable. A diferencia de su recíproco, que es lo que todos quieren tener.
Ser el que chinga, es la prioridad. “La palabra chingar, con todas estas
múltiples significaciones, define gran parte de nuestra vida y califica
nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el
mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.” [8]
Estamos hundidos en un mundo bifurcado, donde sólo existen esas dos
posibilidades. Un Estado Natural, el más fuerte sobrevive.
A duras penas, pude expresar algunas
de las problemáticas que tiene nuestro país. Así como cada uno de los
mexicanos. Estamos cegados, caminando si saber que somos, e inconscientemente,
no llega a importarnos. La realidad que tenemos esta aturdida y sumergida en un
sinfín de incertezas. Desde nuestra Historia, hasta nuestro pensamiento. La
manera en que vivimos no nos ha llevado a nada bueno. Podría decir mil defectos
que sostenemos todavía, incluso bastaría con que reflexionaran un poco sobre lo
que viven diariamente ¿De qué sirve?, absolutamente para nada. Lo único que
realmente importa es impulsar esa voluntad. Que a su vez traerá consigo un
nuevo pensamiento, una idea, una nueva visión de la vida. Estamos condenados a
perdernos en el limbo de las mentiras y los prejuiciosos, sino sabemos lo que
somos.
Debemos saber que, el conocimiento
de las cosas son simples herramientas para mejorar la vida humana. Sin dejar de
perder eso. No perder lo que nos hace ser. Fomentar el humanismo, a partir de
la mexicanidad. Desde lo que somos y no sabemos que somos. Emprender esa
búsqueda espiritual y encontrarnos. Saber y aplicar que: “Nosotros somos los únicos que podemos contestar a las
preguntas que hacen la realidad y nuestro propio ser.”[9].
Buscar ¿qué es ser mexicano?
[2]
Fuentes, Carlos, El Naranajo o los círculos del tiempo, Alfaguara,
México, 1993, pp. 32.
[3] Ramos,
Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México, Colección austrial,
México. 1990. Pp. 20.
[4]
Ibid. Pp 21-22.
[5]
Ibid pp. 21
[6]
Ibid pp. 23
[7]
Pacheco, José, Las batallas en el desierto, Era, México, 2011, pp. 11.
[8]
Paz, Octavio, Laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, México,
1967, pp. 71
No hay comentarios:
Publicar un comentario