domingo, 27 de mayo de 2012

Mare nostrum est

…“y cayeron los templos…”
Carlos Fuentes

Me pierdo, mas se que tú en algún lugar estás ¡Oh! ¡Querida mía! Extraño mucho tocar tu cabello radiante y de negro azabache, tus ojos, tu cara hermosa y perfecta, tu piel del dorado más exótico y claro que haya visto, tu piel canela.

                Hoy no me alcanza el aliento para poder hacerte llegar este mensaje de amor, y poder decirte que te amo, que eres lo más importante para mí, que me muero si tú no estás. Ya hace tiempo que no hablamos como antes, que no  nos entregamos a la pasión no correspondida de un instante que se vuelve eternidad, que nos abraza, nos hace uno solo.

                Amor mío, tu bien sabes que por ti dejaría mis más locos y ardientes deseos, por ti daría la vida entera y me dedicaría a amarte y servirte; pero se ha cruzado un tercero, y con sus destellos malévolos, nos convierte en una simple brisa los recuerdos más sagrados y profundos. ¡Maldita la hora en que llegó ese bastardo y nos separó con su sola presencia! Yo aún siento tus latidos junto a mi pecho, sobre mi lecho, bajo el cielo, y todo lo que he intentado hacer para recuperarte se esfuma y me deja… y nos deja.

                ¡Oh destino! ¿Por qué este pesar tan grande? ¿Por qué cuando pareciera que el mar era nuestro de pronto nos lo arrebatas? Amor, querida, mi pequeña princesa, juntos vivimos momentos inmensos, un día tu junto a mí, yo junto a ti; cubriéndonos del frío que nos calaba los huesos, saboreando en nuestros labios los placeres y delirios que nos protegían cual barrera impenetrable de amor puro.

                De pronto un día cambió todo… tu dulce aroma me enloquece, lo sigo sintiendo tan cerca aunque tu estés tan lejos; amada mía, sumerjámonos de nuevo en las tibias aguas del romance y del conocimiento de lo incierto, en las horas interminables contemplándonos el alma, tocándonos los más puros sentimientos. Todo acabó, te veo en una estrella y repito tu nombre mientras te añoro más y más, y esa estrella da un destello cegador y te veo, nos elevamos, y nos dejamos ir… el templo construido al orgullo se resquebraja ¡Estúpido y despiadado orgullo! Sé que me mantienes en pie, pero hoy el daño que me provocas es mayor.

                ¡Amor, mi amor, espera, no partas aún! Vuelve a mí que necesito un último beso tuyo, necesito tocar tu piel por última vez; y te veo regresar al firmamento, mientras ocupas un lugar en mi corazón, en mi Cosmos; mientras me calmas con tu radiante luz, mientras el mar por fin ha de ser nuestro.

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