a maquillarte y a ponerte hermosa. Todos admiran
tu belleza, y todas la envidian; es un simbolismo
místico, es un conjuro solitario con luces y llamaradas
tenues.
Te admiro el cabello que te escurre como dos
lenguas de fuego por encima de los mares tempestuosos
y salvajes. Tu mirada, ¡Oh! Dulce mirada, tan
profunda; repleta de vida, porque vida es lo que
proporciona a todo aquel que mira fija y calladamente.
Vida envenenada, agua corrosiva, dañina pero
cristalina y pura. Son palabras sueltas a los cuatro
vientos; murmullos complejos de rara tesitura.
Son voces olvidadas, calladas, ocultas en lo más
recóndito de tus pensamientos.
Consultas la hora y te das cuenta que es tiempo
de partir. Apresúrate mujer, que el tiempo vuela.
Solo faltas tu; toda vestida de blanco, postrada
en el altar en el que un día te juré amor...
Matius
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